
Sin duda uno de los actos más instintivos del ser humano es el de besar. Desde nuestra niñez, intercambiamos besos como muestra de afecto, ya sea en la mejilla, frente, manos e incluso en los ojos. No obstante, es el beso en la boca el que posee mayor carga emocional, pues va de la mano con el sentimiento más poderoso, el amor.
A cierta edad, comúnmente en la adolescencia, este beso pasa a ser un tormento para quienes jamás han unido sus labios a los de otros, pues la idea de no saber cómo actuar cuando el momento llegase causa más de alguna psicosis.
Todos fuimos, en menor o mayor grado, presa de esa angustiante espera, imaginando el instante exacto de cual solo sabíamos que llegaría, pero no cuándo y mucho menos cómo. Así mismo, todos en algún minuto, impulsados por el mismo miedo, pasamos horas frente al espejo practicando lo que sería nuestro primer beso. Quien diga que no utilizó para ello duraznos, una mano empuñada o el mismo espejo para simular, simplemente miente. Algunos fueron más allá y, alentados por las ganas de hacerlo bien, echaron mano a amistades cercanas que, por supuesto, estaban en la misma situación.
Es que el beso boca a boca ha sido siempre un enigma para los labios vírgenes hasta que se concreta y, así como otros hechos de nuestra vida, será el primero el que genere recuerdos, trancas y emociones imposibles de borrar. Lo cierto es que, conforme pasa el tiempo, difícil es saber si mejoramos o no nuestra técnica y jamás sabremos si lo hacemos bien o no, pues por alguna razón la contraparte siempre se oculta el juicio cuando es negativo.
Considerando que somos autodidactas en la materia y que nadie nos dirá si lo hacemos mal, ¿Cómo lograr que nuestros besos enamoren?
Una vez superado el trance del primer beso, el resto parece simple, pero al no existir manual alguno que hable del correcto modo de besar no queda opción más que perfeccionar la técnica con el tiempo y empíricamente. Es así que notamos diferencias en el modo, según cada persona que besamos y es tan fácil dejarse engañar por unos labios tentadores y de los cuales presuponemos que quedaremos prendados después de unirlos a los nuestros, pero no siempre sucede. Al contacto de los labios le siguen la presión que estos ejerzan, el ritmo, los aromas, la lengua, la piel y hasta la postura del cuerpo y las manos. Todo en su conjunto hará de un beso una experiencia sublime o un simple fiasco. Para quien se encuentre en plan de conquista el beso pasa a ser una prueba de fuego, si uno de los factores anteriores falla, podremos estar seguros que la relación no perdurará.
Para todos los efectos, sea usted casad@ o se encuentre frente a la potencial alma gemela, procure estar atent@ a la reacción de su pareja ante un beso suyo, si nota algún rechazo luego de unos segundos de unión, puede que su forma de besar no sea del todo correcta o que no haya mejorado. De todos modos puede estar seguro de que siempre tendrá un espejo cerca para practicar o, de lo contrario, dedíquese a besar en la frente o en los ojos.
besos