lunes, mayo 29, 2006

Infidelidad


"... una verdadera prueba de fuego de la pareja: destruye aquellas en las que falta amor, y consolida las demás". Tordjman

En las relaciones de pareja, una vez comprometidos, se ponen todos los sueños en pos de ser felices con la persona amada. Proyecciones como formar familia, con casa e hijos en común, suelen ser realizables bajo el alero de la confianza construida, donde cada uno siente conocer al otro ‘como la palma de su propia mano’.

Las crisis de pareja son inevitables y necesarias para la consolidación de la relación. Por lo general, estas crisis suelen aparecer en los primeros meses o años luego de establecerse juntos o declararse como ‘pareja estable’, cuando se cambia de la convivencia estrictamente social a la convivencia más íntima. Cada crisis aportará más conocimientos del ser amado y por lo general, una vez superadas, terminan por fortalecer el vínculo, estrechando lazos y dejando la sensación de conocerse un poco más. Estas crisis variarán de acuerdo a lo afianzado de la relación y van desde situaciones domésticas como las diferencias de hábitos hogareños hasta choques de caracteres entre familiares.

Dentro de las crisis de la pareja, una de las más graves es la infidelidad, pues conlleva a una serie de cuestionamientos morales y consecuencias devastadoras, tanto para el engañado como para el infiel. La infidelidad no es más que generar algún tipo de lazo afectivo o sexual con alguien por fuera del vínculo estable y al margen de los fuertes daños, por lo general suele verse como víctima al engañado, pero ¿cuanto hay de cierto en esto?.

Existen varios mitos urbanos con respecto a la infidelidad. Se dice que las mujeres son mejores infieles, al ser grandes guardadoras de sus propios secretos. Recuerdo haber escuchado de una mujer decir: ‘Aunque me pongan electricidad en los pezones, la respuesta será siempre NO’. Los hombres, por su parte, tienden a ser mas desordenados en cuanto a las relaciones paralelas y, a pesar de guardar silencio, su comportamiento cotidiano tiende a traicionarlos y la frase que más escuchamos es ‘Si me pillan… cago!’.

Quizás una de los momentos más dolorosas se concentra al momento de descubrirse la infidelidad. Quienes se sienten víctimas pueden revisar números telefónicos, oler ropas, auditar cuentas y hasta seguir a su pareja, pudiendo pasar meses y hasta años intentando recolectar información que permita sorprender in fraganti al cobarde traidor, sumergiéndose en un mar de especulaciones e investigaciones dignas de Sherlock Holmes. Una vez descubierto, no dudarán en averiguar nombres, direcciones e incluso contactar a la competencia para tan solo escuchar su voz o pedir explicaciones.

Después de descubierto el acto de infidelidad, quienes han traicionado optan por desechar la relación paralela para avocarse por entero a la relación estable, deshaciéndose en disculpas y procurando demostrar absoluta integridad, incluso, no faltará quien reclame perdón y se moleste por no obtenerlo. Quienes han sido engañados, ven su entorno destruido y su autoestima bajar a niveles deplorables, miran con odio y establecen un antes y un después en la personalidad de su pareja; sufren, pero son incapaces de ver en si mismo los errores cometidos que han llevado su relación a tal extremo. Por lo general la infidelidad marca el fin de la relación, pero para quienes optan por continuar ya nada será igual, quedarán con el trauma de haber sido engañados, será difícil perdonar y enrostrarán la infidelidad pasada en cada discusión compleja o ante cualquier indicio de alejamiento. Para quienes terminen la envenenada relación, les será difícil aún establecer una nueva sin cargar con los fantasmas de la anterior.

Visualicemos a las relaciones de pareja en el ámbito mercantil, donde nosotros somos clientes con necesidades que satisfacer y donde el resto de la gente son los productos que pueden o no saciar nuestras exigencias, transformándose así en potenciales parejas. Si de estas demandamos cariño, tiempo, sexo, cuidado, comunicación y reconocimiento, obteniendo solo las primeras cuatro, el resto será suplido por otros ‘productos’, probablemente amigos o familiares. Pero cuando no se recibe lo que se considera esencial en una pareja, como el sexo o el cariño, se buscará a alguien que llene aquellos vacíos, sin perjuicio del amor que se sienta hacia la pareja estable. Lo anterior pone en aprietos a quienes se sienten víctimas de la traición de sus acompañantes, pues serían estos quienes no entregan lo necesario para que la relación fructifique.

Dentro de la relación de pareja debemos ser buenos ofertadores y demandantes claros, exigir calidad en los ‘productos’ y proveer de los mismos en forma objetiva. Verbalizar nuestros requerimientos a fin de definir nuestras carencias, generar confianza, ser presencia presente. Una vez más será la comunicación lo que nos llevará a la felicidad plena y queda claro que el amor no basta para ser fiel.

viernes, mayo 19, 2006

Los 80s


Antes de que la década de los 80 pase a ser reemplazada por la de los 90 en cuanto a nostalgia y recuerdos, me permito hacer un homenaje a toda esa generación, que sin duda hasta el momento ha sido la más desordenada en todo aspecto.

Ropa:
Difícil recordar los 80 sin poner cara de arrepentimiento cuando visualizamos lo que usábamos para vestir. La pésima idea de la ropa unisex dio paso a una diferenciación rotunda y marcada entre hombres y mujeres. Mientras ellas usaban chaquetas cortas con hombreras muy prominentes y flecos, blusas con cuello bote, calzas de lycra y cinturones anchos de cuerina con adornos de metal grandes y pesados; ellos exhibían pantalones grandes de tela amasada extrañamente ajustados y arremangados en su basta, con zapatos tipo mocasín marca Pluma de color negro acompañados de calcetines blancos. Era común ver en ambos sexos accesorios como suspensores, jardineras, lentes de espejo o Ray Ban, añadiduras de tela a los costados de los pantalones y alpargatas Iberia. La ropa 'nevada' fue otra de las características del vestuario, si no existían los medios para comprarlos, un buen algodón con cloro creaba el mismo efecto.

Look:
Quizás uno de los desastres más notorios en esta década.
Ellas con mucho maquillaje y sus características chasquillas (flequillos o copetes) que fueron mutando, desde la ordenada y simple al principio, hasta unas colosales antenas parabólicas de tres pisos ya casi acercándose a los 90s. Las de cabello más rebelde o crespo optaban por el desorden, pero el intento de chasquilla prevalecía mostrando una especie de muñón de pelo mutilado, endurecido a son de litros de laca.
Ellos se paseaban entre el peinado con partidura (raya) al medio y el corte de pelo tipo garzón o más conocido como hongo. En los 80s las manos en el pelo reemplazaron a las peinetas de los 70s. Muchos, inspirados por grupos musicales como The Cure, no tendrían problemas en maquillarse.

Todo lo anterior deja a los 80s como una década sin imágenes, no conozco a alguien que conserve fotografías de ese tiempo y si las tiene, las guarda en lo más profundo de la gaveta, por vergüenza.

Música:
En Chile el Rock Latino imperaba producto del cierre del ingreso de ‘mercadería’ norteamericana y a pesar del nombre incluía mayoritariamente grupos chilenos y argentinos. Bandas como Los Prisioneros, Enanitos Verdes, GIT, Valija Diplomática, Nadie, QEP, Virus, sumados a Fito Paez, Charly García, Miguel Mateos, Mecano, Magneto, Hombres G, Sui Generi, etc… hacían remecer a nuestra juventud con sus letras llenas de protesta, realidad, alegría y desenfreno.
Una sutil apertura al exterior trajo nombres como Debbie Gibson, Tiffany, Maddona, Paula Abdul, NKTB, Phill Collins, INXS, Duran Duran, George Michael, A-HA, Roxette, etc… quienes nos despertaron el gusto por la música pop.
Europe, Poison, Bon Jovi y Guns & Roses nos mostraban el lado glam del rock, con baladas duras y estridentes melodías, todo lleno de imponentes melenas dignas de un león en celo.
Van Halen, Deff Lepard, Aerosmith (antes de su conversión), White Lion, etc… enseñaban el otro extremo del rock, para algunos en su más pura expresión.

Fiestas:
Para una década que intentaba manejarse dentro de los límites que imponía el régimen militar, las fiestas se realizaban solo en colegios. Común era en ese entonces ir a los malones solo de 20.00 a 24.00 hrs. Varios focos de colores metidos dentro de tarros de leche en polvo pintados de negro, una y solo una luz estereoscópica y la inentendible costumbre de los asistentes que formaban, en estricto orden, una línea para hombres y otra para mujeres mientras bailaban simulando tocar guitarra o batería, hacían de los fines de semana la única entretención nocturna. A la hora de los lentos (baladas), la pista se desocupaba casi por completo y las parejas que quedaban se mecían de lado a lado y en círculo, bailando en un abrazo que dejaba cerca de 30 cms de separación de un cuerpo con otro, mientras el resto de los participantes aprovechaba el receso para ir por papas fritas y una bebida Free (puajjj!). Todo bajo el estricto control de apoderados, profesores e inspectores que rondaban la cancha.

Artefactos:
Fue el inicio y la actualización de varios de los artefactos que conocemos hoy. El cassette reemplazó a los discos, donde podíamos incluso piratear la música de la radio y grabar nuestras voces.
El computador llegaba a nuestros hogares en formato Atari, pesados armatostes que servían solo para jugar e incluían cartuchos que se enchufaban en el teclado y demoraban varios minutos y hasta horas en cargar para jugar Pac-man, ayudar a una cuadrada rana a cruzar una calle atestada de vehículos o huir de unos autos que nos perseguían en un laberinto. Todos estos juegos estaban acompañados de una estridente música.
Como olvidar la maravillosa posibilidad de grabar nuestros programas de TV favoritos en formato Betamax…

Lenguaje:
Nada distingue mejor a una década de otra que el lenguaje y en los 80s este fue notoriamente diferente al de las anteriores.
Fue en este período que nació el ‘cachai’ y se hizo verbo el ‘weón’, las mujeres fueron ‘palomas’ y se hizo costumbre el ‘taquillar’ para ser, parecer o pasarlo ‘grosso’. Si no nos gustaba alguien, pues le dábamos 'filo' y punto.

Televisión:
Cuando aún no existía la televisión por cable ni Internet, cada país batalló con su propia programación.
Clásicos en Chile son ‘El festival de la Una’ donde los concursos llevaban de premio una Sabrosalsa Deyco o el gran premio de una guitarra tizona, el invitado internacional era Pablito Ruiz y sus secciones eran tan escalofriantes como ‘Su sueño por un día’, donde sentaban a una ama de casa en un trono de mimbre adornado con cintas y flores de papel higiénico blanco para cumplir el sueño de conocer a algún cantante o darle un beso al animador.
Como olvidar al ‘Jappening con Ja’, ‘Marta a las 8’, ‘Bellas y audaces’, ‘Pipiripao’, ‘Sábado taquilla’, ‘Extra jóvenes’, ‘Más música’, etc…

Los 80s se han convertido en una década kitch de culto, donde los colores, la música y los gustos se mezclaron en imperfecta sincronía para generar un baúl de recuerdos en común. A partir de ella se dividen las tendencias y dan paso a los 90s y su búsqueda de la identidad en el vestir y el actuar, dejando a su antecesora como la década del desorden y el mal gusto.

viernes, mayo 12, 2006

Bisexuales


Dicho de una persona: Que alterna las prácticas homosexuales con las heterosexuales. (RAE)

Es claro que en la pubertad el rol sexual es definido por medio de las experiencias, cuando las hormonas golpean fuertemente nuestro subconsciente y somos capaces de sentir placer con cualquier cosa que roce nuestras partes íntimas o incluso nuestra piel. Según esto, podremos definirnos a futuro como heterosexuales mayormente y como homosexuales o bisexuales en menor proporción.

Si hablamos de minorías sexuales y sus complicaciones sociales, la bisexualidad lleva las de perder al considerarse fuera de los cánones normalmente aceptados, en donde a la heterosexualidad se le une la homosexualidad en una comunión de vecinos conocidos y últimamente aceptados, pero no siempre comprendidos. Fácilmente los bisexuales pueden pasar la vida entera sin exteriorizar sus sentimientos, prueba de ello es que todos tenemos algún conocido homosexual, pero ninguno bisexual que se auto declare como tal.

Se dice que estadísticamente hay más hombres que mujeres bisexuales, esto se puede explicar porque los grados en que esta se presenta son paleados al ocurrir actos tan simples como besar, alabar el escote o corregir el corpiño de una amiga o simplemente tocarse. También se especula que es más aceptada la bisexualidad femenina, cuantos hombres han tenido como fantasía sexual un “menage a trois”? o encuentran erótica una escena sexual solo con mujeres?.

No existe un prototipo físico de un bisexual, pero al analizar su conducta se pueden notar atisbos de un comportamiento hermético, en él que la soledad y la reserva, sumados a un magnetismo especial, juegan un papel preponderante al momento buscar un factor común entre ellos. Mentalmente, viven atormentados al augurar un rechazo social de proporciones devastadoras de conocerse públicamente su condición, se debaten entre su heterosexualidad exteriorizada y sus tendencias homosexuales, las que manejan con una reserva digna de un secreto de estado. Así, pueden pasarse la vida entera con relaciones paralelas, teniendo siempre a la heterosexual como relación base y manejando su contraparte como un placer culpable esporádico. Esto explica el porqué jamás encontraremos a un bisexual con pareja estable homosexual.

Lejos de la comprensión social de la que gozan los homosexuales actualmente, los bisexuales son catalogados prejuiciosamente como enfermos por no estar definidos. El solo nombrarlos lleva a la mente inevitablemente la idea de una familia destrozada por los actos de un hombre que se pasea libremente por relaciones con personas del mismo sexo en un acto de condenable homosexualidad reprimida y traición. Pero la verdad es otra, sus mayores críticos, jueces y castigadores son ellos mismos, pues si bien siempre terminan rindiéndose a los placeres, intentan reprimir sus instintos con fuertes autocríticas y cuestionamientos.

Muchos piensan que la bisexualidad como tal no existe y que se trata tan solo de un intento de esconder una homosexualidad no asumida, una peligrosa etiqueta, un cobarde disfraz que tiene por objetivo normalizar socialmente aquello que de por sí es normal, pero que incomoda, transformándose en un peligroso juego de roles donde solo uno juega y todos pierden una vez que se descubre al protagonista.

Así como los tiempos están cambiando en todo, la bisexualidad no se salva. Ya son muchos los adolescentes que, amparados por una sociedad que se abre cada vez más, están experimentando su sexualidad de forma más libre y a más temprana edad. Es solo cuestión de tiempo para que la nueva generación de bisexuales se muestre más libre, con los riesgos que esto conlleva. La pregunta es obvia: Si se necesitaron siglos para que la sociedad aceptase a los homosexuales como pares, dejando las odiosas diferencias detrás, qué tan preparado se está para comprender y aceptar la bisexualidad?

Dejando los prejuicios sociales y resquemores personales de lado y considerando que nuestra piel es el órgano erógeno por excelencia, hemos de deducir que somos todos y cada uno de nosotros en menor o mayor grado bisexuales desde el momento en que nuestra piel se activa al tacto y nuestro deseo se enciende. Inténtenlo, y si su juicio les traiciona con pudor, pues... cierren los ojos antes de experimentar.

sábado, mayo 06, 2006

El poder de las palabras II


Hace algún tiempo, después de el artículo del periódico LUN acerca de este blog, comencé a recibir mails de personas que decían sentirse reflejadas por lo que aquí se publica. De todos los mails, uno llamó poderosamente mi atención, sus palabras me sonaban honestas y hablaban de mucha soledad, por lo que sentí la obligación de acogerle dada mi condición mental de protector y la nula capacidad de ser ajeno al dolor de otros.

Al cabo de varios mails en tono muy cordial, invitaciones a conversar 'en línea' con los amigos que suelen venir cada día al fin de la jornada para desestresarse conversando de lo humano y lo divino y luego de su escasa y torpe participación en el chat debido a lo poco práctico de este, un correo electrónico de esta persona vino a enrostrarme lo errado que estaba al pensar que mis intenciones estaban siendo bien recibidas. En dicho mail se catalogaba a mi sitio como un "circo romano" y "cacería de brujas", a mi como un "mero espectador de toda la tontera y mezquindad que existe en estos sitios, lo que se reduce a seguir idiotizando a las personas" y con respecto a los participantes decía: "hay en algunas cabezas tan poca sangre bombeando o neuronas en total estado de abandono". Y el remate: "Recuerdo aquel día que abrí el periódico y vi el comentario de su blog... me siento orgulloso de saber que me sigo equivocando a diario..."

Fue inútil revisar cuanto correo electrónico habíamos cruzado, no encontraba en ellos ningún atisbo de mala intención de ambas partes. Intenté, incluso, leer entre líneas mis propios escritos y el de los asiduos al blog... y nada. Para mi estaba claro que lo que este personaje vomitaba en su mail eran solo prejuicios, pero al parecer para él la situación era seria y le hacía mucho daño.

Armé recuerdos de vivencias y logré ver que esto no es nuevo en mi, en menor o mayor grado las historias de malos entendidos nacen casi junto conmigo. Hablando con personas conocidas acerca del tema, las anécdotas surgieron como el vapor del café que bebíamos y en cierta forma fue reconfortante saber que estos episodios no son de mi entera exclusividad. Ante esto y con la cabeza más fría, las preguntas asomaron como los insultos en el mail en cuestión: ¿Cuanto de lo que queremos mostrar es lo que realmente leen de nosotros?, por consiguiente, ¿Es de nuestra responsabilidad el que aquella lectura sea la correcta?.

Recordé un suceso similar que meses atrás motivó el escrito "El poder de las palabras", en ese post yo me encontraba caminando por la otra acera, pero mi postura fue la de alejarme, sin palabras.

Luego de mucho pensar, llegué a la conclusión de que en toda comunicación el lenguaje corporal es complemento indispensable. Los mails y chats, al carecer de esta se transforman en una suerte de canción sin música, donde el ritmo de la voz dará una idea de la melodía y la instrumentación, las cuales quedan a interpretación de quienes escuchan. En este caso es necesario doblar los esfuerzos para comunicar un simple sentimiento, cualquier palabra omitida o con doble interpretación puede llegar a confundir al lector quien, si no posee la habilidad básica de preguntar ‘a que se refiere?’, podrá ser invadido por una vorágine de sentimientos viscerales y prejuiciosos. Desde este prisma logro entender a quien inspiró este post y lamento que las palabras sean para él armas de doble filo y la soledad se transforme en su ataúd.