
Sabía que sucedería. Tarde o temprano mi Yo interior intentaría dominar mis letras y sacarlas del orden que por tanto tiempo he logrado mantener a fuerza de autocontrol, mismo que en ocasiones se reduce sólo a un apretar de dientes.
Esto soy Yo. Conviven en mi la maldad extrema con la bondad absoluta; La sanidad mental cuando se trata de ayudar a quien lo necesita con la potencial esquizofrenia cuando llega la noche y me siento solo, que es cuando he de llamar al mismo diablo clamando por compañía.
Manejo al dedillo una impecable ironía aprendida a golpes de vida, que mezclada con una mirada gruesa y decidida han hecho retroceder en silencio a cualquiera que ose intentar decir o hacer algo que vaya en desmedro de mi autoestima, incluso a quienes me aman y amo. Notables han sido las lágrimas derramadas por quienes se han atrevido, pues con solo unas pocas palabras políticamente correctas, siempre en un tono pausado y sin sobresaltos, han echado pie atrás. Cada una de esas lágrimas representa un triunfo y he anotado cada uno de sus nombres con el fin de no olvidarles jamás, aunque ya no recuerde sus rostros, siempre los tendré en la cabecera de mi memoria por si algún día se les ocurre aparecer y logran evadir la indiferencia.
Del mismo modo, he manipulado al mundo entero con mi llanto. Muy pocas personas me han visto llorar y quienes lo han hecho han debido olvidarlo, divulgarlo sería su sentencia de muerte absoluta, muerte que solo existirá en mi cabeza, pero eso bastaría para eliminarlos de mi historia. Lo mismo corre para quienes me engañen, antes de ser relegados a la calidad de inexistentes deberán ser blanco de cada uno de mis maldiciones, convencido de que el poder de la mente sobrepasa a cualquier destino.
Mis besos son escasos, quienes han tenido el privilegio de caer en el embrujo de mis labios han vuelto por más y han rogado por obtenerlos. No soy hombre que malgaste su boca, por lo que un solo beso basta y sobra para entender que nadie es mejor que yo. Quienes me han amado han enloquecido al perderme.
En la cama es mi deseo el que se impone y la satisfacción es solo unidireccional hacia mí. Utilizo cuanto quiero y desecho cualquier forma humana al instante mismo de acabado el encuentro. Si alguien tiene la suerte de estar conmigo sexualmente, sólo remitase a sentir placer, es lo único que obtendrá de mí.
Soy un ser solitario por decisión propia, nada ni nadie me hará confiar en nada ni en nadie. He logrado paz interior a fuerza de tomar distancia. Miro y estudio cada uno de los movimientos de quien se quiere acercar.
Soy egoísta, egocéntrico, ególatra y sarcástico. Rencoroso, narcisista, arrogante y vanidoso. Indolente, ateo, bisexual y mentiroso. Miento para no sentir, miento para no perdonar… miento. Sobre todo ahora que he descrito todo lo que quisiera ser para no sentir que me estoy hundiendo y que soy débil. Supongo que es la esquizofrenia la que ha hablado o el vacío inmenso que siento en estos momentos.
Sabía que sucedería, tarde o temprano tendría que pesarme el hecho de ser como soy.