miércoles, noviembre 09, 2005

Te recuerdo Gorda


Tuve una gata sin nombre, supe que sus hermanos, padres, tios y abuelos habían muerto uno a uno en el abandono, producto de atropellos o enfermedades. La adopté y la llame 'Gorda' y es que no estaba de humor de criar un gato, menos hembra y mucho menos encariñarme; solo buscaba rescatar a un ser vivo de las garras de la civilización hasta que cumpliese la mayoria de edad (1 año segun yo), luego de eso debería de irse.
Era una gata de la calle con un rostro mezcla de sufrimiento y hambre, y con un comportamiento esquivo, como acostumbrada a huir del miedo.
Al principio no fue fácil. A menudo olvidaba comprarle de comer por lo que sacrificaba mis propios tarros de atún para que ella comiese. Al verme sobrepasado por esta voraz invitada (hasta ese momento), el alimento especial para gatos, de envase color púrpura, fue la promesa bajo dos premisas: 'Alimentarla con lo que corresponde' y 'Ahorrar'.
El tiempo pasó y este animal de callejera raza mejoró su estampa, mostrando un pelaje único y rasgos de tranquilidad en su carita de ojos grandes.
De a poco y sin darme cuenta, fue tomándose atribuciones o mas bien retribuyendome la comida con compañía a la hora de la siesta, sedándome con su ronroneo.
Llego asi el tiempo del celo y su preñez fue inminente, asi como la pérdida total de sus cachorros debido a las malas condiciones del lugar que escogió para parir, justo el día en que falté a la siesta. Resultado de lo anterior y movido por el sentimiento de culpa, tome la desición de solicitar su esterilización, pero algo falló, fui yo... no estaba preparado para recibirla como me la entregaron, sedada casi completamente y con una costura en su barriga que parecía cremallera de disfraz.
Desde ese día dormiría en mi habitación hasta que se recuperara, pero decidió quedarse y lo agradecí, pues fueron días dificiles, de soledades y miedos para mi. Recuerdo que hasta le hablé en mas de una oportunidad.
Todos los días me acompañaba hasta el lugar en el que tomaba el colectivo a mi trabajo con una maulladera de reclamos por mi partida y cuando volvia siempre corría a recibirme con masajes de cara en las piernas que yo interpretaba como un cariñoso recibimiento.
Cerca de dos años pasaron desde que la adopté cuando enfermó gravemente, cabizbaja se pasó la mañana, acostada en el pasto del jardin. Al segundo día que sus sintomas aparecieran, la interné en una clínica para animalitos. El diagnóstico: 'Insuficiencia renal fulminante'. Probocada, segun el mismo veterinario, por la comida de envase púrpura que, saturada de magnesio, proboca la destrucción del riñon en los gatos. Pero había una salvedad, esto no le hubiese sucedido si contara con las vacunas necesarias.
Poco tardó para que la veterinaria me llamara esperando mi desición con respecto a la vida de mi amiga. Conectada a respirador artificial e inconsciente, esperaba a que yo diese la orden para apretar el boton que detendría su corazón.
A pesar de haber pasado ya cerca de dos meses de su muerte, aún es dolorosó incluso escribir estas líneas.
Mis ojos humedos, mi garganta anudada y mi pecho cerrado, recuerdan su compañía, dulzura y agradecimiento. Las tardes en que, arrullado por su mágico sonido, dormí placidamente; las veces que llegaba a casa con una bola de esas que rebotan, para que ella jugara hasta aburrirse; las noches en que se dormía junto a mi cara y no me dejase ver televisión, la compañía y el apoyo cuando el mundo me devoraba.
Supongo que ella fue quien me adoptó despues de perder a sus hijos, quisas de le extirpó toda posibilidad de ser madre pero no el instinto.
El sentimiento de culpa es horroroso y aunque me quede el aliciente de que le di dos años de vida que el mundo le negaría rotundamente, aun recuerdo el silencio seguido de la explosión de lágrimas cuando la veterinaria me preguntaba el nombre de mi gatita para hacer su ficha médica.
Adios mi gorda amiga.

6 comentarios:

Ninai dijo...

Que fuerte tu relato, me dio un poco de pena, yo también tengo gatos (3) y una esta viejita y es muy gordita, entiendo tu pena.

Saludos

Unknown dijo...

...que querés que diga... no tengo palabras...
Yo perdí un gato hace un año y todavia lo extraño y parece que lo veo a veces...

Administrador dijo...

yo tengo una gatita gris que se pone muy pesada en los celos, pero que es adorable casi siempre, es bueno recordar a los amigos de cuatro patas, un saludo

Câline dijo...

Una historia hermosa. Espero que no estés cerrado a compartir tu vida con un nuevo gato. Nunca será como tu preciosa Gorda, pero seguro te traerá nuevas satisfacciones, créeme!
Te agradezco muchísimo que pasaras por mi blog, donde siempre serás bienvenido y ya me pasearé por aquí para conocer un poco más de tus crónicas.
Saludos!

Gata con SuerT dijo...

hermoso y triste, la verdad tu gata y yo, nos aprecemos bastante.. loico verdad

Juan Carlos Irarrazabal dijo...

Parece que lo que querías compartir con quienes leyeran esta historia no era tu experiencia sino que tu tristeza ya que por mi parte y sin haber conocido a tu gata, me he cargado al hombro una gran pena... y solo por que tenia curiosidad de ver que traía la foto del gato. Es ese don que tienes en la forma de relatar una simple historia de una sola tecleada lo que me hace sentir como si la gata hubiese sido mia.